Este power trío y el Orfeo ya cuentan con antecedentes suficientes en su historial, dado que hace exactamente un año, la banda presentaba Amapola del 66 y años atrás fueron los primeros en pisar las tablas al momento de inaugurar el Superdomo.
El sábado fue una fría noche cargada de nostalgia, tributo, mensaje y potencia roquera que se desplegó ante las 7000 almas divididas en campo y platea. Elefantes en Europa fue el tema elegido al momento de subir el telón. Le siguieron Buscando un Ángel, Capo-Capón, Tanto Anteojo, Cosas de Baboon y Nene de Antes para el delirio rocker.
Todo muy bien condimentado por un público, en general, joven que esperaba que la masa situada en campo se abriera lo mas posible para luego, correr al choque de antebrazos, pechos y espaldas. Ese brusco delirio llamado pogo.
Es importante aclarar que el sonido en los primeros cinco temas no fue el mejor, dado a que resaltaba demasiado la voz de Ricardo Mollo y el bajo de Diego Arnedo estaba en un nivel inferior al habitual. Esto se notaba independiente de donde uno estuviese parado. Por suerte, esto se corrigió llegando a una terrible armonía para temas como Mantecoso, El Arriero, Pepe Lui, Spaguetti del Rock o Par Mil.
Todo en un formato casi acústico, y como en todos sus shows, hicieron uso de toda la potencia y watts del establecimiento para iluminar el tema Luz del alma. Hablando de luces, es importante destacar la imponente puesta en escena. Cálidos rojos, amarillos, turquesas o blancos se tatuaron en las pieles en los cientos de fans de una fría noche de sábado.
Como pueden ver, no se privaron de nada y es por eso que tras la frase «Nosotros siempre estuvimos cerca de nuestro folclore» de Diego Arnedo, se dieron el gusto de invitar al Dúo Coplanacu para La Flor Azul y llevarse una ovación del publico presente. Luego del retiro del dúo, bajaron un cambio más al interpretar Cristóforo Cacarnú junto con la mención referida a los 500 años de la invasión española a America y de que “todavía nos siguen robando”.
Considero que la lista de temas para este show estuvo armada de forma estratégica, y en mi opinión, creo que debería haber sido una lista un poco más aleatoria en cuanto
a niveles rítmicos, para no causar piernas adormecidas o flexiones de rodillas innecesarias.
Pero ya fue, porque el riff del Hombre en U daba la premisa de que íbamos a encontrarnos nuevamente en el campo del domo para sudar las remeras y volver al calido y amistoso choque cuerpos.
La aplanadora tributó al eterno Pappo Napolitano con Sucio y desprolijo. Le siguieron los clásicos de clásicos: Paraguay, Rasputin, El 38, Ala Delta, Crua-Chany Nextweek de Sumo, pese a que ya se veía venir la despedida.
Ya todo había terminado. Era hora de volver a lo real y darse cuanta que le habíamos inyectado a nuestro cuerpo, dos horas y media de amor, sonido y energía melodicamente dosificados y sin receta.